Page 51 - RC_1966_09_N72

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guardia, no pern:itié~dose, a nadie salir del pueblo Así fué qué el enemigo Ignoro el hecho de hallarse el va– por La Vir~e" en P?der de la fuerza. democrática. . Al siguiente dio se hicieron los preparativos para el em– barque de toda la tropa y hacia las cuatro o cuatro y media de la tarde llego al costaQo del vapor el último bote lleno de soldados Pronto se dio la orden de le– var el ancla y se puso la proa a Granada Cuando los naturales del país vieron adonde se dirigía la fuerza, manifestaron una alegría loca; pero fué necesario ha– cer que se estuviesen quietos y tan ocultos como ero posible para no llamar la atencion en tierra, porque los espías del enemigo, escalonados a lo largo de la playa, se distinguían claramente. Al acercarse a Granada fUe– ron ápagadas las luces, se bajciron las cortins de lona de la cubierta y el vapor se quedo lejos del fuerte po· ro no sér visto de los centinelas

Cerca de las diez de la noche anclo el vapor a proximidad de la playa, a unas tres millas al norte de Granada Se amarro un cable a un gran árbol de la orilla y el desembarco se hizo halando una lancha de hierro por medió de este cable. Cuando desembarca– ron los últimos, eran más o menos las tres de la ma– ñana; los caballos que se habían llevado para Vall\! y Gilman 1 metieron mucho ruido en 'el último viaje de la lancha, y no cabe duda de que este ruido debe de ha– ber parécido más fuerte de lo que realmente fué a los que tanto deseaban el silencio y el sigiló para sus mo· vimientos. Cuando todos hubieron desembarcado, la columna se formo con algunas dificultade~ por la obs– curidqd de la noche, la espesura de los árboles de la selvo 'y la ignorancia completa en que oficiales y sol. dados estaban de la calidad del terreno. Por último se dio la voz de marcha, yendo la Falange adelante y la tropa del país a retaguardia Ubaldo Herrera, natu– tural de Granada, venía haciendo de guía En la obs– curidad la marcha fué insegura y difícil; pero en cuan– to ama necio, Herrera supo ya con precision donde se encontraba y en pocos minutos llego la columna 61 ca· mino que va de la ciudad a Los Cocos Una o dos ven– dedoras del mercado con quienes Walker se encontro le informaron que todo estaba tranquilo· $n la pobla– cion, donde nadie esperaba un ataqlie ni ;;e temía que se acercase el enemigo

Habíon llegado ya los democratas a media milla de Granadq y los primeros rayos del ,sol naciente em– pezaban a calentar el ¿;ielo por el este, cuando dé pronto se oyeron repicar alegremente todas las campa· nas de la ciudad Algunos de los americanos creyeron que era una señal de alarma y que al darla de ese modo el enemigo manifestaba su confianza, como re. goc\jánclose del ataque; pero en realidad el repique era para celebrar el triunfo de Martínez contra los de– mocratas en Pueblo Nuevo, dos días antes. Cuando llego la vanguardia de la Falange a las primeras cho. zas de los arrabales de la ciudad, todavía estaban re– picando las campanas Viendo entonces los america– nos, por las caras de espanto que ponían las gentes de los suburbios, que los legitimistas ibah a ser tomados re

sorpresa, se quitaron las chaquetas, tiraron al sue– o sus mantas y dando !Jn alarido se lanzaron al ata–

~ue de las primeras barNcadas. En la vanguardia la

ftg~ra esbelta de Hornsby era como un pendan que gUiaba a los de atrás Se avanzo y 195 primeros tiros

l. Ambos eran cojos. N. del T.

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del enemigo salieron del vlelo convento de San Flan– cisco; pero como erdn pocos y aislados, apenas si pu– dieron contener un instante la impetuosa marcb.a de la Falange. Un grito de la avanzada anuncio la toma de la mayor, y los últimos tiros fueron disparados desde la galería de la casa del gobierno, al penetrar Walker en la plaza En seguida se legistraron en vano las ca– lles que daban a la plaza en busca de los enemigos fu– gitivos. En realidad, la fuerza de los legitimistas era in– significante y el encuentro que tuvo con la Falange ape– nas si merece el nombre de combate. Dos o tres legi– timistas resultaron muertos y los democratas solo pero dieron un tamborcito de la tropa de Valle Razon tenía Norris, el tambor de la Falange, cuando dijo después, al pedir que lo excusasen ele servir en calidad de tam– bor mayor, que no hay cuadro de batalla en el cual no figure un muchacho muerto a la par de su caia Cuando entraron los democratas en la ciudad, to– das las puertas y ventanas estaban cerradas y las ban– deras de las diversas naciones ondeaban sobre las ca– sas de los residentes extranjeros En los países de Cen– tro América una bandera es un mueble muy útil para los extranjeros de reputacion ambigua y nacional idad dudosa Sin embargo, tan pronto como paso la confu– sion producida por el encuentro empezaron a entreabrir– se cautelosamente las puertas de las casas la del mi– nistro americaño fué tal vez la primera en abrir la suya El salan, el aposento y el patio presentaban un espec– táculo curioso Ochenta o cien muieres y niños apiña– dos habían buscado protecclon bajo los pliegues de la banderá americana Allí estaba Id dama gentil que creía que todos los democratas eran ladrones y asesi– nos por cuanto hacían la guerra a la vieja aristocracia del país; allí la humilde criada que se imaginaba que los leoneses la iban a matar, porque su padre o su her– mano habían seguido a su qmo legitisma en vez de to– mar las armas para defender los derechos de su clase En la imaginacion de ambas un filibustero era una es– pecie de centauro con más de bruto que de hombre, y grande fué su sorpresa al oír hablar a los americanos con suavidad y verlos portarse con mesura, pasado el alboroto de la refriega.

Walker fué un momento a casa del ministro para responder a algunas de las peticiones que allí se le hi– cieron, y cuando regresaba al través de la plaza y en direccion de la casa del gobierno, vio a VOl ios de los soldados del país con grandes cargas de mercaderías a cuestas, que venían trotanto rápidamente por el costado opuesto de la plaza Al acercárseles no se detuvieron hasta que les mando hacerlo; tampoco se figuraban, al parecer, estar hacie'ndo nada que pudiera enojar a su jefe En la expresion de sus semblantes se leía a las claras el pensamiento de que la ciudad debía ser entra– da a saco; pero Walker puso la punta de su espada al pecho de uno de ellos, llamo la guardia y mando arres– tar a los delincuentes y devolver las mercaderías a sus dueños En el acto se dio a la Falange la orden de quedarse sobre las armas para proteger las propieda– des de los ciudadanos los soldados del país dejaron oír algunas murmuraciones, particularmente los que ha– bian sufrido en sus bienes, personas o familias; pero no tardo en obtenerse la cooperacion de Valle y se contu– vieron en gran porte los desordenes.

En otro asunto Valle se mostro menos sumiso. Don Dionisio Chamorro Y' D, Totibió Jerez se ,habían presen· todo por la mañana a Walker bajo la garantía de que

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