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DIAS PATRIOS

En el calendario de las efemérides nacionales, los días patrios aparecen en color de fiesta porque en ellos conmemoramos los fastos de nuestra historia, aquellos acontecimientos que son hitos en el curso de la vida, aquellos hechos que marcan huella a su paso. Al conme· morar estos días, nosotros queremos hacerlo obsequiando a nuestros lectores con la edición completa de una voluminosa obra que, poco conocida en nuestro medio y fuera ya de circulación, ha sido estudiada por los eruditos y considerada de gran valor por los historiadores de– bido a su desapasionada objetividad a pesar de ser el autor el perso– naje principal de la narración que describe. Se trata de la GUERRA DE NICARAGUA escrita por el General William Walker, correctamente vertida al castellano por el distinguido historiador costarricense don Ricardo Fernández Guardia. Esta es, indiscutiblemente, una nueva y

rica apOl'tación a la bibliografía nacional de parte de nuestra Revista.

Hemos engarzado a la cabeza del libro de Walker una serie de curiosas joyas históricas sacadas de nuestras colecciones de la época que muestran en la secuencia cronológica de los documentos: la batalla de' Rivas considerada como el Maratón de América; senti– mientos patrióticos de una era de paz que se iniciaba entonces con el período de los Treinta Años; celebración de días patrios después pe la hecatombe de, la Guerra Nacional; establecimiento de una nueva Cons– titución, la de 1858, que con la sabidJÁría de sus postulados fue el manto que cubrió las libertades ciudadanas y nuestras instituciones republicanas, como no lo ha hecho ninguna ni antes ni después de ella; la dramática reacción de nuestro pueblo ante la amenaza de una nueva invasión filibustera, erróneamente juzgada en connivencia con el Gobierno de los Estados Unidos; dos pinceíadas descriptivas del

O' Artagnan Centroamericano, Gral. José Víctor Zavala y la última aventura de William Walker. Todos estos documentos nos traen al presente enseñanzas del pasado para confiar en Dios el futuro que se avecina y logral' también nosotros aquel espíritu de paz a que se refi– rieron nuestros antepasados.