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« Previous Page Table of Contents Next Page »moche en~ntfo Ips, 'priml'lrQs piquetes, y, así el ,número de' hombre~ qU~ los' compontan como el de los centine–
klS' indicaban que, Muñoz no creía del todo improbable q\Je 'el enemigo, estuviese en las vecindodes Con un oficial del pqís se mando aviso de la proximd llegada de la Falange a los centinelas, no obstante que el chi–
rr;ido ele los rueda!¡ de las carretas, fácilmente percepti– ble a una milla de distancia, bastaba para hacer Ver
q!-!e los qtle venían ,qcerc.ándose q la ciudad no espera– b.9n tpmarlq 'por sorpleSa, Los p.antalones blancos y les chaqw~t,<i!S azules de Ips centinelas qué se paseaban en S,""S pUestps¡ permitían distinguir. su posicion, aun el1 lo obscuriclqd. de la noche; en camqio, los trajes de la Falange, favorecían el sigilo, y Iq ocultacion. No elan menoS' sorprendentes otras diferencias en los hábitos militares, y para los omericanos resultaba difícil ver las ventajas de tener tantos piquetes, habiendo grandes hogueras cuya luz permitía al enemigo descubrir, no so– lo la PQsicion del piquete, sino también, en algunos ca–
sqs; el númelo exal:to de hombres de que constaba. A una trqpa de idiomq y costumbres militares enteramen– t,é 'distintos, podría parecerle asunto, peliagu¡jo penetrOl º
medi<;moche. en uncampQ amigo; pero en el caso de
~ue se trata, la mismd diversidad de lengua y hábitos
fQ~ilito la tarea;; y ningún incidente desagradable vino a eahar a perder la llegada de los americanos (JI aloja-miento .que les .señalaron., : . . , .AI si~J1,Jiente día de llegar lo Folange. a Lean, el director expreso; el deseo de que se entrevistasen M""ñoz
y Walker, rogando a ~ste olvidar su resentimiento por IQs agaravios que creía haber recibido del comandante e.1'I jefe. Se vieron en casa de Castel\bn, absteniéndose dlil hacer alusiones a lo pasado. Casi todo el tiempo conversaron' de lasprobabílídades del avancl1! de Co' rraLElcolera había áparE¡!cido en Managuo, circuns– tancia que pudo haber determinado a un jefe audaz a atacar al enemigo con la esperanza de librarse del terri– ble flagelo mediante un avance, y, caso de que lo per– siguiese la peste, de propagarla también en las filas enemigas, o cuando menos de provocar un encueritro antes de que sus estragos acab,asen con las tropas Pero a Corral le faltaba el temple necesaria para estos movimientos y su índole era suficiente garantía de que el colera solo,' sin necesidad de la intervencion' de otro enemigo, le obligaría a volverse a Granada Corrían sin embargo constantes rumores de un avance de los le\¡ítimistos y con frec:uencia se veía a las placeros reco– ger sus ,bandejas y cestas y salir huyendo de la plaza 'en todas direcciones Estas alarmas ocurrían Jo mismo de noche que de día y una de ellas, poco después de llegar la Falange a Leon, estuvo a punto de tener gra-
ves com;ecue\\ci~s. '
Muñoz había invitado a Walker a visitar con él . los piquetes y observar el estado del campo después de la retreta. Antes de montar a caballo se reunieron en casa del director Encontrábanse allí conversando con éste cuando,se.oyo el ruido de una querella en la entlo· da principal ,del edificio y el oficial que mandaba la guardia la hizó ,formar El general en jefe, el director y Walker se dirigieron rápidamente a la puerta para averiguar lo que sucedíd Al salir a la calle encontra– ron a los americanos con la cartuchera ceñida y el rifle en la mano;, revueltos con los ayudantes del general,
'~stando éstos J,mos o caballo y otros desmontados; va·
!IO~ tef1í~n los<; espac;Jos d~senvpinadasy otros sus pis–
t~G.s f.ll~~á:d~LI~,;pistqlér$l_s,:, Ton PlQrito co.rneJos <¡me·
ri~anos vieron a 'Walker se retiraron a su cuartel y se supo entonces la causa del alboroto Dos oficIales del estado mayor del general tuvieron una querella en Id puerta de la casa del director y sacaron las :espadas para reñir allí mismo Sus compañeros trataron de eví– tOllo y esto caus'o algún ruido y confusion, y COmo el cuartel de la Falange estaba cerca de la casd del direc– tor y los americanos spbíqn que en ella se encontraba Wglkel con Muñoz, algunos. pensaron que su jefe era víctima de und trqicion. Salieron c1isparados hacia la casa pidiendo que se les c:lejase entrar y ya estaban a
punto de forzOl la puerta cuando asomo Walker La difetencia de idioma vino a qumentar, por supuesto, la mala inteligencia, y en la confusien del momento corrio la noticia de' haber penetrado el enemigo secretamente en la ciudad y de que ya estaba en casa de Castellon Continuo el alal ma durante algunos momentos, pero al fin se restableclb la ti anquilidqd y los oficialeS salieron a dar su vuelta por el campo.
El paseo a caballo de .aquella nQche podíq ser tan diveltido para cualquier observador como para un mj~
litar Los soldados del país son buenos centinelas y si pelearan tan bien como hacen guardia o soportan, con tanta paCiencia como suelen todo género de penalida. des, excepto cuando éstas van acompañadas de peligro, serían una tropa sumamente tem ible Cabalg~ndo de noche por las calles, ti veces era difícil evita~ que el caballo pisase c;s los soldados Estaban tendidos sobre el duro pavimento, alineados en dos filas por compq– ñías, con los pies al centro, los de una fila frerjte a los de la otra, y la .cabeza 0.1 rimada a las, paredes de las casas, a uno y otro loelo ele lo calle, teman sus armas ti
mano y para poder acostarse de espaldas o de lado <;cm
c~modidad, colocadas por delante sus cartucheras q""e eran de cuero y de Un soto compartimiento. Echan¡j(i pie a tierra pard penetrar en los cúarteles, se Veían $01– dados tendidos sobre el piso de ladl illos o de ·tierra, o colgando en hamacas casi enteramente dob.legados para ho caerse; y así no era difícil comprender el horror que a todos inspira el servicio militar Casi no hay flabajo que los nicaragüenses no e$tén dispuestos a ha– cer con tal de librárse de las garras del peloton dé re· c1uta obligatoria, y el hecho de Verse libres de tan temido mal, gracias ti Id presencia, de los arhericanós, contribuyo en gran parte a dar a éstos el prestigio de que gozaron entre las gentes del pais Los peones y
pequeños propietarios se exponen a más peligros para librarse del selvicio militar, que los que suelen correr cuando tienen la mala fortuna de caer en manos del sargento de recluta
Al cabo de. algunos días de estar la Falange en leon se fIJeron haciendo menos frecuentes las noticias del avance de Corral y por último cesaron del todo Más tarde hubo vagos rumores de los estragos del cole· ra en Managua y de que los legitiniistas trataban de retirarse a Granada Entonces expuso Walker di direé– tor el verdadero objeto de su venida a Leon Quería que le diesen una fuerza compuesta de dosCientos hom– bres del país, competel'ltes y mandados por un ¡efe de
SU confianza, para hacer otro esfuerzo contra el enemigo en el Departamento Meridional En cuanto se le toco el asunto, Castellen deje ver la inquietud que le causaba y, por último, propuso celebrar una reUniori con asis. te.ricia de Muñoz, Walker, Jere,z y otros para discutir ""n plt;tn gen~ral de cámpáña En aquel entonces estaba
'¡ere,~ obscurecido; pero Walker procuro sacarlo a ;Teludr,
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