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« Previous Page Table of Contents Next Page »ionces el doble llamado, el de la tierra pa– iria, fervorosamenie regional, y el oceánico y ecuménico llamado del vasto irnperio de nues– tra lengua y de nuestra literaiura.
Luego se fué a Chile donde hizo sus estu–
dios universitarios para pasar, después, a Es–
p¡¡>ña de donde regresó hace muy poco, des– pués de diez años y diez libros de labor, que lo colocaron al lado de los buenos poetas, en el aprecio de los buenos críticos y en la lisia de los colaboradores de las buenas revistas de nuestra lengua.
Pero aparie de su fecunda labor creadora de poeta, nuesiro nuevo Académico ha sido uno de esos milagros de vocación liieraria que
se van repitiendo, cada vez con má.s frecuen–
cia en nuestra patria para .terminar con la vie–
ja leyenda verde de nuestra indolencia lropi– cal. Porque Zepeda Henriquez, callado y hu– milde parece que en sus 33 años no ha dejado
de ±rabajar un minuto: ensayos, erílicas, es–
tudios, conferencias, colaboraciones en diarios y revistas, cursillos, ediciones de clásicos, de antologías, de rnonografías, llenaron su vida
inielectual en España aduando en Universi–
dades, en congresos, en Ateneos, en cursillos,
en jornadas poéiicas, en ciclos de esiudios. Apenas llegó a Nicaragua fué llamado para desempeñar la Dirección de la Biblioteca Na– cional y no había comenzado a revisar los anaqueles y a planear, con su emprendedor espíritu, un nuevo ciclo de vida para este cen– iro ,de viial importancia cultural, cuando ya tenía sobre sus hombros diez o doce clases semanales de Estilística, de Liieraiura españo– la moderna, de Hisioria de la Cultura, de Fi–
losofía, en
la Universidad Centroamericana, en
la Escuela de Ciencias de la Educación y en la Escuela de Periodismo.
A esie iipo de eficacia fecunda llamaban los griegos un TECNICO, un sabio en su arte, un artista de su ciencia. Esto es lo que en el mundo moderno se llama un Poeta -no el tipo que desorbitó 'ir sacó de su esfera redora el Eomaniicismo - sino el hombre - hace– dor - de - cultura, el compañero y comple– mento del agricultor - el viia-cultor - que mañanea para preparar el campo humano, y tala y poda y quema y siembra y fumiga y recoge la cosecha, y en la noche canta y así alimenta a los hombres con el otro pan que es el del Espíritu.
Cuando Eduardo Zepeda Henríquez me
enseñó sus prirneros poemas ya tenía esa au–
reola de silencio del que trabaja con la pala– bra. Andaba en "El Principio del Canto" y ya sabía la maldición inicial,
Mas Dios dijo al poeta
.. cantarás con dolor"
Maldición digo porque es ley de sufri– mienio, pero de ella nació la ben/dición o el bien decir, como del dolor de la mujer, el hijo
o la Esperanza. Porque la poesía es el iht de restihür o ?e re,co?quis!ar la lengua o~nt?
nal, ellengua¡e adanlCo, el lenguaje que n 'g,–
bra las esencias, pero el paraíso está cer o~_
y cada incursión para robar el fuego de
ra o lengua lustral, cuesta una herida del ánesa
in~placable que custodia lo inefable. gel
Hermosamente define su dolorosa va ción creadora de poeta el poema de Zep ~a
Henríquez: e a
Dice que al poeta,
lila tierra
morial le ha dado todo
menos lo que desea.
Quiso quedarse siempre
con la eslalulfB aquella ¡ian distante!, de cuando las palabras primeras Ouiso acallar las sombras
Mas Dios dijo al poeta
"caníarás con dolor"
y, desde entonces, lleva el pecado del hambre
en sus pupilas, y esa
fe matinal del huérfano que todavía espera amor de padres, que
milagreando, sueña.
Vive una voluntad de ríos, y se entrega con mansa plenitud,
igual que cuando se echa
de espaldas en un llano abierio a las estrellas
Vive el vivir que basta
para la mueríe entera;
y, de claro perdón,
con sus manos acequias:
¡espejos donde toda la luz se quedó presa!"
¿,No creen, señores Académicos, leído el
poema y escuchado el extraordinario discurso
de nuestro recipiendario, que es un acierio pa–
ra nuestra corporación haber llamado a su
seno a quien trae en su mano derecha -en
la mano de la aventura y del irabajo- la lu" robada al paraíso de la poesía, yen su mano
izquierda, en. la mano de la "meditación, en la
mano que sostiene la frente fatigada, la cor?" na infatigabJ e de su prosa y de su magisteno humanista?
Yo quiero dejar aquí expresado mi vol o de' alegría por este compañero que viene a agregar su cifra de juvenrud a la ya rica suma de valores de nuestra Academia!
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