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Me contaba Miguel, que no molestó a Daría la diatriba de Valbuena, cuando recibía el upa mágico de dos grandes escritores como Menéndez y Pelayo y Valera

Despreció en su juventud Daría a aquel crítico español, y se dolía siempre por susceptibi– lidades patrióticas de la crítica nicaragüense que se resistían a proclamar el alto volar de su ge– nio, donado ya en el continente de su Madre Patria.

el eer~{,ro de.::-. S).;{río

CE hicieron locuras en presencia del genio ya apagado de Daría Al preparar el cadá–

D ver para un largo velorio, le arrebatO/on el cerebro, con el fin de buscar en aquella masa de materia la cuerda de la lira insigne Lo irrespetaron al extremo de llegar un momento de no saberse dónde estaba el auténtico cerebro del poeta

Mucho ha adelantado"la ciencia en localizar en un cerebro los lugares en donde reside ca– da una de las facultades Ello ha constituido un progreso enorme de la medicina. Que ~n hom– bre pierde la locomoción, el médico trepana en un lugar determinado para devolvérsela, si es el habla, también la localizan, pero de allí a querer averiguar en dónde estaba el poder de ~anto, lo esencia misma del genio es un verdadero atentado de la ciencia técnica, yo no luchando con la naturaleza sino can el mismo Dios. Porque esas grandes inspiraciones del hombre, nacen del cruce de dos libertades esencialmente espirituales, la libertad de Dios, para crear y la libertar del hombre creado para perseguir su fin histórico

Los griegos en su religíón mitológica suponían un Dios para cada facultad y por eso mu– chas veces los dioses se contradecían en el alma de un sólo hombre Guardini, estudia admira– blemente ese problema en su libro La Muerte de Sócrates, allí fija en la evolución del mito al la–

gos con la universalidad del cristianismo

Ahora estomas claros que aquél irrespeto no sirvió de nada La poesía de Dorio, fue si.empre flor deí espíritu, no vibración de su materia que cuando se cruzaba perturbaba al estro Ei hombre na puede dejar de ser persona, y por lo tanto un índividuo singular, irreponible y úni– co Dice Guardini La flor de nuestra originalidad no es el individuo sino la persona La esen–

cia de la persono no consiste en el egoísmo sino en darse, es decir, en producir

Rubén DolÍa cuando le llegó la hora definitivo recuperó la fé íntima de cristiano, cató– lico apostólico y romano Doña Rosario de Dado, me contó dos pasajes de la agonía de Daría

que revelan esa fe profunda, macisG¡ consciente como su poesía

El doctor Santiago Argüello cuando supo que Dorío estaba pidiendo un confesor sintió el llamado del respeto humano tan siglo XIX Le dijo' Yo comprendo Rubén tu deseo de des– cOlgarte de culpas, pero para ello busca un hombre capaz de comprenderte, un alma al nivel de la tuya Le contestó Rubén No Santiago amigo, yo quiero un sacerdote consagrado, que ha recibido de nuestro Señor Jesucristo al través de los apóstoles, la facultad de perdonar los peca– dos Quiero a cualquier sacerdote por pobre y humilde que sea, al curito de Subtiaba. .

Don Mariano Barreta más radical que el poeta Santiago Argüello, se le opuso de frente

a la confesión de Daría Acababa Daría de chuparse una naranja y estaba la que llamamos la bolsa de los ollejos en un plato sobre una silla a su lado Le dijo Rubén déjate de temores, después de muerto, todos somos como esa bolsa de naranja, materia, puro materia. Le replicó Daría No Mariano, ese es el despojo del hombre destinado a convertirse en polvo, pero el es– piritu, el alma triunfadora o derrotada flota hacia arriba sobre la tumba Hay clases de naran– jas Mariano. La naranja seca que producen los árboles en los patios leoneses, y la naranja dul– ce, jugosa, que produce Chinandega Yo quiera que de esa clase sea la mía, y para purificaila sobre el polvo de mi despojo, quiero que un sacerdote consagrado me dé el perdón de mis pecados

Murió Darlo, y su poesía sigue siendo canto triunfal de su hermoso y noble espílitu

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