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A

principios del mes de Mayo de ] 9] 1, el Cónsul Moffaf, miembro de la Comisión Mix–

ta de Reclamaciones, fue llamado de Washingtol1, en viaje extraordinario.

El Vicepresidente don Adolfo Díaz, y el poderoso Ministro de la Guerra Gral Luis Mena, lesolvieron ir a Coririto o despedir a Moffat, al que creían siempre podetoso y que volveríq de Washington con nuevos y reforzados podetes

Todos ignorábamos que el Funesto personaje había sido destituído como Miembro de la

Comisión Mixta, aún yo que había visto formarse el criteJÍo advelso al Cónsul, por su actuación que dio lugar a la reforma del Tribunal, conocía pero no penetré el trascendental efecto de la cita de Moffat a Washingtqn

Me interesó ]0 expedición, y supliqué a don Adolfo y al Gra] Mena que me llevaran en su tren, y me dejaran en León, para ocuparme de asuntos ajenos a la política, es decir de mi no– viazgo y de preparativos matl i'!Joniales Así lo hicieron complacientes

De / egreso, me recogieron en la estación de León, y sin riovedad y de un solo tirón lle– gamos a Managua entrando por la estación de la Casa de Arte Nos llamó la a~ención que todo estaba oscuro, pero en aquel/os días con flecuencia se ausentaba la luz eléctrica Así es que seguimos rodando hasta la estación del Obelisco, situada donde es ahora el Parque Daría

Tomé mi valija y me dirigí por la puerta de atrás' del carro para buscar el carrua¡e de Adolfo Díaz, que nos esperaba Al bajar, un oficial desalmado me .ouso su revólver montado en el cuello, y me dijo Dese usted preso Yo en voz alta -Qué es ésto, de qué se trata? Yo soy Cuadra Pasos

En eSe momento, avanzó Pedro Joaquín Al¡ayorga, Coronel muy fuegueado del ejél cito levolucional io, liberal adicto a Estrada y director de Policía de la ciudad'y ordeRó categórica– mente al oficial Peje usted sin molestias al doctor Carlos Cuadra Pasqs, que tengo órgenes es~

peciales del Presidente Estrada de respetarlo y hdcerro respetar

Fue grande el susto que llevé Ya en salvo complendí que tenía algo superior que me

protegía, y que bien ppdía ser las consideraciones y CQlit'ío del Presidente Estrada p,ara mí, o

también el respeto a mi, vinculación con el americanismo por mi puestq de Miembro de la Comi–

sión Mixta, y tal como me lo había vaticinado Adolfo ;Díaz para animarme a aceptar el nombra–

miento

Al mismo tiempo el GIOI Luis Mena bajaba por el otro estribo y fue víctima de igual maniobra, pero contra él se confabularon todas los fuerzas presentes al mal1do directo de PedlO Joaquín Mayorga Lo pusieron preso, lo subieron a un coche y se Jo llevaron sujetado y rendido

En vista de estos sucesos mi preoc,upac;ión fue por Adolfo Díaz, que estaba recogiendo su valija para bajar en la misma direcciór que el Gral Luis Me'1a Llegué a su lado y le dije enér– gicamente No te muevas, Le quité la valija de las manos y

me la llevé parp ponerla junto con la mía en el cac::he de Adolfo que manl;liaba el cochero Luis Martínez, muy leal a la causa y

especialmente adicto a Díaz y a mí

El cochero formuló inmediatamente el plan y me dijo Yo me voy a esperarlos a El Chí– lamate, que quedaba al extl emo de la línea férrea. en dirl;lcción hacia Granada Adolfo y yo

bajamos d la costa, y chapaleando agua entre charcos porque ya había llovido, caminamos en la osculÍdad hasta llegar a El Chilamate, Allí tomamos el coche y pasé dejando a A~olfo. en la segu–

ridad de Sll propia casa y yo seguí sin obstóculos hasta llegar CI fa mía, que era ¡¡na casa de olio muy cómoda en la pOI te central del cOlnercio de Managua.

Mi casa estaba J1~na de conservadores completamente deso/ ientados

I esp~'clo a

los sute-

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