Page 39 - lista_historica_magistrados

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2 - ~l COl1servát¡smo, en su modalidad fetichista, es toda una inoperancia. Aunque goza de prestigio nacional, aunque sus movilizaciones (del tipo procesional, semi·barbáricas) han sido masiv¡¡si'. y aunque ha recuperado su mis'ica mayoritaria, sin embargo camina anárquicamente, inorgánicamente por el mapa político. En su dirigencia no hay una estrategia superior ni una táctica activista; carece", de inteligen<iia creadora; el sentido de la organización no visita los programas de acción.

Los conservadores conscientes, responsables, deben salvar esta crisis íntima que amenaza con· vertir al Partido en un tremendismo demagógico. Y, para salvar la crisis interna, deben localizar a

105 elementos humanos que han probado su entereza, sus capacidades V su sacrificio.

lin una política de reorganización no pueden tener cabida ya los improvisadol'es, ni 105 pusi. lánimes ~j los pálaciegos ni el género intrigante.

En la dimensión nacional, la solución lógica, natural, consiste en estructurar la unión opositora, sin bandismos ni liderismos, para provocar un' Gobierno Nacional Plov:isorio que democratice, a corto plazo, a Nicaragua.

El Conservatismo está confundido sobre sus capacidades revolucionarias; se ha engañado él mismo con la agitación pre.electorera que no pudo desembocar en una operación o situación decisiva.

No puede, pues, revolucionar sin capacidades. Y agitar, sin planificación, es fatal en un Par· tido de orden.

Tampoco se puede redimir a una Patria si no se proponen objetivos nacionales (ajenos a todo culto de la personalidad) V si no se preparan V organizan técnicamentc, con sen~ido moderno, 105 ins· trumentos operatrices.

El Partido Conservador debe empeñar su autoridad moral en una política constructiva, positiva y dinámica, Táctica V reorganización; dirigencla y doctrina; estrategia y objetivos, son los vacíos a llenar patrióticamente. De lo contrario, la cr:sis eviden'l:iada al no impedir las elecciones, seguirá agravándose hasta anarc¡uizarlo o IimitClrlo

3 - En relaCiones interamericanas, debemos absolver posiciones ante la Historia. Esta actitud, in$pirada c!' la, ~ociolosía, no significa que ,proclamemos "ligas" pseudofratemales con Estados Uni· dos; ni que gesticulemos románticamente dentro de ultra·nacionalismos anacrónicos.

Para establecer relaciones provechosas entro Estados Unidos e Hispano América, es precF.so va· lorar ambas culturas. La cultura de tipo puritano, pragmática y comercialista, del anglosajón difiere de nuestra cultura criolla, telúrica y trascendental.

Definiéndolas, refinándolas, pueden establecerse puntos de interés mutuos. gituaciones comu· nes. Areas de contacto (V no zonas radioactivas, de roce) que faciliten la interculturización V, a través del entendimiento cultural, de la comprensión de las dos mentalidades, fijar una política justa V rea· lista.

La identificación humana es, precisamente, una de las características del universalista siglo XX. El espíritu del Cristianismo o los ideales de Occidente deben ser una realidad en América. Sí, urgidos por crisis mundiales o locales, presionados por amenazas extra.continentales e intramuros, neo gociamos un pueblo o disimulamos una tiranía, el resultado es la inmediata desmoralización. Dentro de América, pues, Estados Unidos (por su papel de I'oten~ia'cabeza) debe preocuparse por cl destino ele la Civilización. No remitirse sólo a la guerra fría, sino también revisar el frente interno.

Según esta tesis, el ,primer paso, de superación (no sólo de rectificación) corresponde a Esta– dos Uri:dos quienés han fraternizado con los Dictadores, abrazándolos, financiándolos y super·armán· dolos mediante una política a veces ambigua, a veces cínica.

Este procedimiento inhumano, debe enmendarse prestigiando todo movimiento cívico de pure– za democrática. Y negando el vistobueno a los dictadores criollos.

El Conservatismo tendrá que proclamar, con una filosofía original e hispanoamericana. este tipo d. relaciones Y tendrá que abstenerse de "ligas" sentimentales, falsificadas por el Departamen. to d. Estado. Y olvidarse ya, de las posibilidades intervencionistas.

Queremos un saneamiento en las relaciones intercontinentales.

No queremos exportar tras el telón la filosofía y el sistema democrático, sin habe"'o5 revita. lizado ni relcondiciionado en nuestro propio solar. . .

Nos int.,••a, también, como consecuencia, un comercio justo. Un comercio de precios firmes

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