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« Previous Page Table of Contents Next Page »Recuerdo que de uh matorral salió una voz que era casi un gemido llamándome por. mi
nombre Don Carlos, don Carlos Bueno y sano pero en un estado de debilidad que casi· no
se podía sostener en pie, se me presentó temblando de miedo un muchacho joven de apellido Menocal, lechero de mi hermano Ramón, que llevaba a Granada la leche de La Fuente, finca
situada a una legua de Granada Me contó su triste historia, lo reclutaron bajando de su ca–
rretón lechero, lo equiparon y podíamos decir que sin tentar tierra se lo l1evaron en las huestes
de Godoy Lo protegí inmediatamente Lo despaché montado en una bestia y acompañado de
uno de 10$ mosquitos, enviándoselo al doctor Modesto Sequeira. Allí lo acogieron, lo cuidaron,
y quedó sirviénd()les para toda su vida porque no regresó al interior.
Pero el más triste espectáculo, que todavía me hace casi temblar por su recuerdo fue el que suf;imos los tres expedicionarios, al encontrar un ranchito de bijagua, bajo el cual estaban diez o doce heridos al cuido del doctor Jacinto Alfaro, que creyó de su deber profesional y cris– tiano quedarse cuidándolos Estaba el ranchito completamente cubierto de hormigas que ata– caban a los heridos arrancándoles las carnes. El suelo daba la idea de esas barberías llenas de los pelos que cortan a sus clientes El doctor con agua de los charcos lavaba de las hormigas a
sus enfermos.
Tomamos posesión de aquel cuadro Salvamos uno por uno a los heridos y los despachá–
bamos en camíllas para el hospital de sangre de Bluefields Cuando se fue el último, el noble doctor Alfaro, me dijo, doctor Cuadra Pasos, esta misión está concluída, y mi deber de fn¿dico mílitór es retirarme siguiendo las huellas del ejército de Godoy. Le suplico darme algunos víve– res de los que usted lleva ahí para mi marcha Entró en discusión conmigo, y por último tuve que imponérmele diciéndole que él era mi prisionero para que desistiera de lo que aquel homb,e de hierro creía su deber.
Comió Con nosotros de lo que l1evábamos de provisiones para nuestro uso personal, y
aunque muy débíl nos ayudó en la asistencia de algunos otros heridos regados en el campo de batalla Lo llevamos después a Bluefields, y se le dió una asistencia de pocos días, y después
satisfaciendo sus deseos se le envió a San Juan del Norte
Todos conocen en Nicaragua que el doctor Jacinto Alfaro progresó profesionalmente, se
radicó en Managua, y su principal actividad ero la de asistir a señoras de parto Tuvo grande
clientela Cuando hace pocos meses murió, yo también estaba enfermo de cuidado, por eso no le rendí el tributo que debía a ese hombre heroico, esclavo de su deber, generoso y poseído de una verdadera grandeza cristiana
Desde estos Cabos Sueltos deseo entregar su memoria a la admiración de los nicara– güenses.
':Batalla de ':f!.,a'Jul1a de <Perla~
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NCONFORMf con el golpe que recibieron del Gobierno Americano, anulándoles el es–
fuerzo de la toma del Bluff, y con la derrota del ejército de Godoy, pensaron en penetrar al interior, por el río Escondido, combinándose los de El Venus con el ejército de Castillo Chamorro, para penetrar al interior por Laguna de Perlas
El Gobierno del Gral. Juan J. Estrada respondió O esa nueva ofensiva estableciendo una Vigorosa defensa de Laguna de Perlas, donde colocó tropas escogidas al mando del Gral Dur6n Cihco ametralladoras funcionaron manejadas por muy expertos metrallistas La intentond de
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