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<:Río Siquia áe iáa ;le \1 vueLta

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una distancio de diez kilómetros ~l río Siquia es navegable por toda clase de embarca-ciones Hasta ese punto fuí /levado con mi cargamento en lanchones de gasolina Ahí estaba lista una numerosa flotilla de bot~s, manejados por índios sumos y mosquitos, muy exper– tos en esa navegación Se calculaba que diez días lo menos t'endríamos que gastar para poner nuestro depósito de tiros en el caño Fruta de Pan, al habla de las minas de Santo Domingo, y

tierra de los indios gua joyos.

Día a díe¡ cambiaba el paisaje maraviJloso Se sucedían los peligros y teníamos que po– ner esm~ro en conservar intacto el cargamento Cito este ejemplo. Uno noche resolvimos dor– mir en. una isla que quedaba o lo mitad del río A la media' noche muy alarmados nos desper– taron los indios diciéndonos .. Arriba, arriba, y ligero Qué paso, les pregunto. Me contestaron. Cabeza de agua La cabeza de agua la producen las lluvias Ém los arranques del río. iodos los botes cargados y los ocupados por nosotros fueron arrimados o una orilla y atados fuertemente

¿¡é lihos árboles de soto caballos, resist'ehtes qUe hacían él bosque'dé la ribera Toda la noche en

la oscufidddsen'tídiriosel temblor de Id fUér'zá poténtede IdS Corríentes Cuando amonedó la isla, había desaparecido totalmente, y vagaban sobre ellas nadando las víboras Toboba dirigiéndo–

se hacia ambas orillas ,En esa ;itu~c¡ón p'asoQ1os día y medi~ hasta, que bajó el nivel de las aguCJs y volvimos a emprender la marcha Por el celo y competei,éia de íos indios no se per-dió ni un hombre ni una caja de tiros. ' ' .

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A los dos días del 'p'ercance de' la isla Jlégainos a lo que me atrevo a désignar maravilla del Siquid La COrriente ancha de Ids agUbs se estrecha hasta quedór fMucidó"o un tercio, y con una ~iblélkid inauditd se preCipita ~n uná dlturo como de Véinte a treinto' metros Cómo búen granadino la córhparé con Id alturá de Id 'torre de la Merced El' vóltJrrlen entero' salta cM una fuerzo tal que yo estUve porado bdjo de élla 'sin mojarme algo m6s peqUeño 'pero parecido al N/e–

garó. Allí has fue' preciso ¡jdsar el cargamEmto y botes a hombros ode arrastradas, hasta volver a las áltufas yola tranqUilidód majestuosa de su COrriente

En esta parte. y' durante el traslado tuve un e~is~dio

peligroso p~ro ~I

mismo tiempo muy interesante Para dar ejemplo, cargaba una cantidad de tiros en ,los hombros, y mal carguero que soy me coi boca abajo Cuando me quise incorporar el indio que venía atr6s de mí, metocó

él hombro ~ me dijo No mbver,' no mover Salir al lodo Izquierdo, despacito Efa q¡J~ a mi lado 'derecho, estdba el rol/o de una Toboba Terciopelo dormida Salvatio del peligro por lo menos Un

cUarto de hora me duró lig'ero el cordzón 'por el miedo

, ,

En la misma jornada, otra Toboba mordió a uno de Iqs soidados, que estuvo casi en

agonía, pero el indio Samuel, dijo' Yo curarlo Se internó en el campo y volvió con un atol de

hierbas Se lo dio al enfe/mo que lo vomitó inmediatamente. Se lo repitió y volvió a vomitorio,

se lo repitió nuevamente y no lo vomitó Poco a poco fue volviendo en ~í el soldado, y al día si– guiente continuó su marcha bueno y sano Desde ese momento el doctor Mateo Guillén que era el cirujano que llevábamos se dedicó a enamorar al indio Samuel para ver si le daba el secreto, pero el indio se encerrÓ en sU mutismo, y ótro que venío ahí nos contó qlie en persecución de ese mismo secreto el Gobernador Intendente de lelayó, doctor Telémacó Lópei, hdbíó torturado a un indio sin lograr que aflojara sli secreto, qué tienen como cosa religiosa

Cuando después de mucha lucha navegando ya sobre el cayo /Jamado Fruta de Pan por la abundancia de esta planta que hay en sus orilIas, nos acampamos en un pueblecito de indios gua– jayos Eran estos de costumbres bien extrañas El trabajo casi siempre le tocaba a las mujeres Ellas reman en lbs botes y el ihdio hdraganea, Todos tienen la cdra manchada en virtud de una hierba que toman Los indias se nos tnostraban muy obsequiosas, perb un indio sumo que me

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