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P.'Ollto repercutió en Nicaragua la justa fama de Asi– Ha. Como amiga de los Poetas, éstos la animaban a se· guir en la obra que con tan buena mano estaba haciendo

y ella los represent6 en un cuadro de encantadora sen· cillel!: en el que todos siete se parecen fisicamente porque

uí I~sve con una identidad y tipología absolutas, todos iguales, ......como los cinco volcanes del Escudo Nacional– las siote colinas sobre las que 5e asienta la glori¡¡ de la Poética parria: Alfonso Cortés" Ernesto Cardenal,' Pablo Antonio Cuadra, Azarías H. Pallais, Joaquín Pasos, José Ccremel Urtecho, Carlos Martínez Rivas. Este era el tes· thnonio de gratitud de la artista del pincel a los artistas do la pluma. Qué bella fraternizaci6n del Artel

I:n la sencilla nobleza, en la dir9cta inter,pretación lln!rañable de los temas, en las fórmulas característicils de ejecución, resulta determinada y propia la obra artística de Asilia. Por eso, sin temor de caer en una expresión de patriotería cursi, créemos que Asilia Guillén es mejor que Grandma Moses, con la que ha sido comparada. Sin entrar en paralelismos, nos basta contraponer a la fría mesura de la norteamericana, la vigorosa, a la par que sencilla, plasmaci6n de la nicaragüense.

No es esta la hora ni el lugar de e¡cponer las vicisi– tudes por las que tuvo que pasar Asilia para alcanzar este grado de su obra pictórica. Es' este un momento de su

gloria y dejamos a sus biógra~os -que ella ya se mere· ce el marco de la biografía- qu~ las describan para ejem. plo de esfuerxo y estfmulo de apocados.

La reciente Exposición en los salones de la Unión Panamel'icana, en Washineton, como invitada de honor del Departamento de Estado y de aquella organización inleramericana, llevada a cabo del 29 de junio al 19 do julio eJel corriento año, fue como una consagración de la artista nicaragüense. ' '

Fue esta una experiencia, nunca vivida anles, que ha dejado una honda impresión en Asilia, que quizás afec. te su obra posterior. El viaje en avión, "todo en c'¡¡rrera y rápido" dice ella. El trasbordé en Miami, el gentío, las comisiones de recepción, el sonido de las palábras de un idioma extraño de las e,ue lo único ql!e entendía eran las sonrisils con las que iban acompañadas ya las que

5610 podía contestar con sonrisas mudas; la esposa de Dean 'Rusk, alta, rubia, hermosa, cariñosa, besándola, y por fin, en toda aquella baraúnda de impresiones, la pa. labra Nicaragua, mal pronunciada, pero inconfundible, y

con ella la idea del amor patrio y entonces, pensaba, no soy Asilia Guillén, aquí soy: NICARAGUA. Y eslo la líe-naba de ánimo para sonreír y decir, "thank you". ' ,

Pero en medio de aquel mundo al principio exrraño

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