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justificaciones de la intervencl6n militar y embarcarse en una carrera poHlica como jefe del estado. Mas el guar–

dián militar, en nuestro tiempo, está al fin a la merced

del movimiento popular que se le antoja detener. Odría

y Pérez Jiménez, am,bos, deiaron el campo a presiden..

tes constitucionales, aunque las circunstancias de sus re–

tiros difieran considerablemente, pues ,mientras Odría

presidi6 unas elecciones, Pérez Jiménez fue echado del

poder.

4.-EL CAUDILLO PATERNALlSTA. En el caudillo

paternalista encontramos un tipo que fue más amplia..

mente evidente en el siglo XIX antes de la embestida

del industrialismo y sus consecuencias. Al presente, se

ha restringido principalmente a las regiones de Centro

América y el Caribe, particularmente a la República Do–

minicana y Nicaragua. Aunque, como caso especial, Pa..

raguay pertenece también a esta categoría. Hace una

o dos décadas, el caudillo paternalista floreció en la ma–

yoría de las repúblicas de Centro América en forma es·

pectacular. Como el título de este tipo indIc., el sistema

de gobierno se asemeia el de una gran Ilhacienda ll baio un fuerte dominio del Ilpatrón ll

El caudillo paternalista es, sin duda alguna, un "pa_ trón" nacional. De hecho él puede poseer grandes pro– piedades y controlar un buen número de industrias bá–

sicas. El nepotismo es particularmente evidente en tal

sistema; el total de las posesiones de la familia del cau– dillo es abrumadora. El caudillo paternalisfa lleva al ex– tremos una antigua noción de la vlida polític. Latinoame–

ricana: la posesión del poder político es una concesión y el concesionario obtiene el mayor beneficio posible

gran parte del cual bien puede ser legal, u "honestos

caídos ll como se les llama en los Estados Unidos. La re·

pública es en gran parte una propiedad privada. El cau–

dillo no necesita ser agobiadoramente opresivo, aunque proteia su sistema por medio de fuerzas militares estre·

chamente controladas. Puede ser considerado por mu– chos como un gran padre nacional que cuida de los su– yos, al menos en lo que él cree sea bueno para ellos.

El caudillo francamente indica que está eierciendo una

tutela sobre un pueblo ignorante y casi infantil que no

está preparado para la escabrosa maquinaria de un sis–

tema de libertad. Algunos de los principales ejempla–

res de estos años recientes, son: Anastasia Somoza quien, hasta su asesinato en 1956, gobernó a Nicaragua por cerCa de veinte años y deió su Ilhacienda ll en manos de

sus dos hijos; Rafael Trujillo, de la República Dominica·

na quien domin6 ese país por veintinueve años y Tibur· cio Carías Andino quien domin6 a Honduras por diecisie.–

te años hasta en 1949. En Venezuela, la última de las grandes repúblicas que soportaron un caudillo paterna–

lista, Juan Vicente Gómez, el que pudo gobernar vein..

tisiete años hasta su muerte en 1935.

Hay dos caractertstlcas electorales que distinguen las

admin~istraciones de los caudillos paternalistas. La téc'

nica del continuismo es empleada al exceso en tales cir. cunstancias -esto es, la aplicación del dominio presi.

dencial para extender el período oficial más allá de las

intenciones de la Constitución. La otra característica tie. ne que ver con la alternabilidad en el cargo. La posición de un caudillo paternalista es corrientemente tan segura que puede, ocasionalmente, darse el lujo de petlmitir a algún otro un turno en la presidencia, quizás a un miembro de su familia -como Héctor Truiillo, herma.

no de Rafael.

DISPOSICIONES DEL PODER EJECUTIVO PROVISIO·

NAL.-Puesto que al menos en una ocasión cualquier re.

pública ha sufrido un golpe de estado, u otra interrup.

ción de las normas constitucionales, debemos hacer una breve mención de la altamente significativa organización

del poder ejecutivo en Latino América: el gobierno pro.

visional. La más frecuente institución es la de la Iljun.. ta ll

, un consejo formado de un número variable de re– volucionarios, aunque usualmente no más de cinco. El fin de la "¡unta ll es proveér una-- jefatura temporal mien– tras se instituye el proceso electoral constitucional. Pue.. den pasar varios años antes de que el gobierno provi. sional considere conveniente el llevar a cabo las elec. ciones. Mientras tanto, una asamblea constituyente pu.. de estar rehaciendo la constituci6n, la que servirá de bandera d'e "Ia nueva era". Otro arreglo - provisional es simplemente continuar el uso del cargo presidencial, siendo el presidente nombrado por la victoriosa ¡efatura revolucionaria. Cuba, en este momento, está empleando esta última disposici6n, con un presidente títere y Fi. del Castro, ¡efe del movimiento revolucionario, ocupan– do el cargo de primer ministro.

Puesto que puede decirse que el gobierno provIsIo–

nal es en gran parte eiercido en un vacío constitucional,

debe observarse que desde esta posición el jefe de un

golpe de estado puede seguir cualquiera de varias di. recciones. Puede, por supuesto, proveer la reanudación de la actividad constitucional en un corto tiempo sin ne. cesariamente influenciar el proceso, como parece haber

sucedido en la Argentina antes de la elección del Pre–

sidente Frondizi. Puede tamlbién servirse de su posición para conseguir un triunfo para sí, como lo hizo Batista

en las elecciones cubanas de 1954. O bien puede sim– plemente ignorar el proceso electoral y establecerse ar–

bitrariamente para un perrodo presidencial, ya por un Ilplesbicito" como lo hizo Castillo Armas en Guatemala después del "golpe ll de 1945, o por convenio con una

asamblea co!,stituyente como lo hizo Vargas, del Bra. sil, en ocasión de la constitución de 1934.

CONCLUSIONES

Observando las tendencias de las recientes décadas, el autoritarianismo del nuevo mundo ha desarrollado unas modalidades que justifican un número de observa– ciones. En primer lugar, los días del caudillo paterna– lista parece que están contados. Se observa que la opo– sición popular puede fácilmente soliviantarse aun en lu·

gares inverosímiles de la América Latina de la mitad

del siglo XX. Latinoamericanos educados encuentran ya

muy difícil hacerse los tontos. Los latinoamericanos son muy activos en las Naciones Unidas y en las organiza. ciones especializadas asociadas a ellas. Ellos, por eiem.

plo, se han sentido compelidos, por el espíritu de la De-

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