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El dinámico fabricante tiene~.ya lista su línea de montaje Dentro de dos días, el estúpido mun– do Occidental que vive pendiente de los cohetes de Nikita Khrushchev, se sorprenderá de vel cómo, en el propio centro de las Américas un sabio joven de gran perspicacia y talentos más pesados que las monedas romanas d8 ese nombre, dará el plimer paso en firme para desmentir las teorías matemáticas que la hu– manidad cultiva desde Pitágoros

Con mano sereno trazará sobre las páginas de un proceso los rasgos eJe un círculo cuadrado

Amanecer amargo

5

Octubre

1959

~ U·

N amanecer amargo ¡\lIe despierto o las 5 ele la moñona en una celda del Primer Batallón

Vi~e ayer aquí después de la fuga de, Luis, y me quit~ron todo,. hasta el cepillo eJe d~enles .

. LUIS se fue en la noche del 3 El 4, diO de San FranCISCo, la vida paralela que hablamos lie,

vado él y yo, se bifurcó eJe una maneta tlemenda

Hacía tiempo que nos halíábamos en celdas diferentes, divididas hosta el tec.ho por una pared eJe pip.dl a

Un hoyo por el cual nos comunicóbamos y yo estuba aglandclndo, había sido topiadao C,)illple-lamente

El día que Luis se fue llegó en la larde un sacerdote a dOlnos la Comunión Luego aquél me dijo, mientlas pasaba CI mi lado pOlO eJirigirse a su celda, que ese día ibo a irse

Yo no tenía los medios necesarios para seguirlo Tapiado el hoyo, apenas podía pasarle cen di– ficultad una palabla de aliento y de esp81anza

Por ese precario y hediondo "teléfono" que era al mismo tiempo un estrechísimo albarlal, nos ha– blamos tres veces

Mientras él se cJisponía a la fuga, yo vigilaba la casa en que conversaban los oficiales, y daba cuenta a luis de cualquier novedcid

Era difícil hacerse oíl, tenía que acostarme en el suelo y metel cosi la boca en la pequeña hen-didura

A medido que pasaba el tiempo, fui sintiendo muyor cmgustia de quedarme solo, pero no habío otra solución Iba de mi camarote a la PUSI ta, y de ésta a aquél El centinelo estaba en su lugar, frente a mí, y de vez en cuando sosteníamos una pequeña conversación

A las 9 de la noche todo estaba en calma y citado por Luis para esa hora en el albañal, oí que me decía lleno de emoción

-Todo Iisla Me estoy pintando

Y mi voz se perdió en el canalito, refugio de cucarachos, al conteslarle -Que te vaya bien y que Dios le ocompañe

Volví a mi camarote Me senií abatido ante la impotencia obligada de mi situación y tuve la certeza, la absoluta certeza, ele '1ue Luis se iría sin ningún tropiezo, logrando el mejor premio de su au– dacia

Oí cuando traspasaba el techado con su pesado cuerpo Fue un sonido metálico idéntico al que se puede escuchar cuando arrostran un saco de café sobre una lámina de zinc Me levanté, y con í a la puerta, pero el centinela no daba señales de haber oído nada, y los dos oficiales que estaban en la covacha del destacamento con\inuaban perezeando tranquilamente en sus mecedoras

Pasaron 10 minutos, durante los cuales estuve junto a la puerta tratando de ver si había algu– na reacción

Luego volví a mi camarote, y esperé Esperé mucho tiempo frente a una veladora que había en– cendido a la Virgen Milagrosa

LUIS debió haber caminado con naturalidad sobre la carretera que va a la tesidencia de Anastasio Somoza Debayle Vestido de oficial del Ejército y pintado de negro era difícil que lo reconocieran Pasó así cuatro puestos militares, y se encontró !Llego en las calles de la ciudad

Cuando pensé que todo estaba hecho me miré en el espejo de mis reflexiones Estaba mas so– lo que nunca, y sabía que en cuanl0 se descubriera la fugo, toda la cólera descargaría sobre mí

Mi celdo era distinta de la de Luis y aun cuando hubiera tenido instrumentos iguales a los lEa– dos por él, la ubicación del centinela, la puerta, y la altura del techo eran factores que disminuían nota– blemente para mí toda posibilidad de fLlga

Estaba solo, y sin

I emedio

Una pared de 30 centímetlos de concreto, había sido, por así decirlo, la represa divisora de las

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