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Ramón Cuadra Pasos Demetrio Cuadra Pasos Dionisia Cuadra Pasos Carlos .cuadra Pasos

fo en que estuvieron a la ofensiva con peligro de que nuestras fuerzas fueran arrojadas al río, si no hubiera sido la oportuna interven~

ci6n del General Fornos Díaz y yo que llega– rnos en un remolcador recorriendo las líneas de combate en esos precisos momentos. •

En ese lugar nos pasaban las balas un po– co cruzadas y recuerdo que al Profesor Miguel Alvarez Saballos le fUe destrozado un dedo de la mano y así, con el dedo herido y sangran– do, levantaba su mano echando vivas a la Re– voluci6n y al General Chamorro.

Yo hice arrimar el remolcador a la ribera del río al lado en que venían nuestras fuer– zas en retirada y entonces el General Fornos Díaz me dijo:: "General, no se bajel" Y yo le contesté: "No las podremos contener si no pe– leo con ellas'" Después de dos o tres empujes que les ordené hacer restablecimos el equili– brio y después pusimos en completa fuga al ejército zelayista.

En esas cargas que hicimos pude darme cuenta de las numerosas bajas que había de uno y ofro lado en esa sección del combate. A la ofra banda del río, que era la más amplia, no tuve oportunidad de ir antes de que Se recogieran a los heridos y se enterraran a los muertos sino hasta después que ieníamos a fado el ejército copado allí reunido. Más de 800 hombres cayeron en nuestro poder, mu– chos de ellos muy enfermos y extenuados y a todos afendió debidamente la Revoluci6n curándolos y alimentándolos. Más iarde mu– chos de esos avanzados se fueron incorporan– do a la Revolución sin gue nosotros los forzá– ramos a ello.

Terminado el combate de El Recreo y co– nocido el resultado de la lucha allí tenida, tu– vimos la noticia del depósito del poder por el General José Santos Zelaya en el Doctor José Madríz y del embarque de aquél para México. Fue entonces que el General Pedro Fornos Díaz solicitó el permiso para ir a Managua y expo-

narle al Dodor Madriz la verdadera situación y el sentir de la Revolución, con el propósito de ver si de esa manera se podía llegar a un entendimiento entre ambas partes.

El General Fornos Días salió de Bluefields embarcado en el mismo bote en que yo hice mi iravesía de Puerto Limón a Bluefields, pe– ro desgraciadamenfe sucedió con el General Fornos Días lo que el marino predijo podría ocurrirnos a nosotros cuando yo insistía en que enderezáramos el bote a tierra, es decir, que una gran ola envolvería al bote y nos ha– ría naufragar. Eso fue precisamente lo que le ocurió al valienfe militar y destacado hombre de letras General Pedro Fornos Díaz, que en su esfuerzo por conseguir una paz honrosa y benéfica para el país perdió su preciosa vi– da en la Barra del San Juan. Su cadáver nun– ca pudo ser encontrado, habiendo sido proba– blemente, devorado por las fieras del mar.

Anfes de seguir adelante me parece bien dar los nombres de los hombres que tuvimos mayor participación en la Revolución de 1909 que el General Juan J. Estrada inici6 en la Costa Altántica:

General Juan J. Estrada, don Adolfo Díaz, General Emiliano Chamorro, General Luis Me– na, General Tomás Masís, General Frufos Bo– laños Chamarra, General Luis Correa, General Fernando Elizondo, General José Francisco Sáenz, 1ng. Abraham Alvarez Saballos, Coronel Marcelo Gómez, José Angel Aranda, Marcelo Aranda, Rafael Solórzano, Rafael Vélez, Coro– nel Andrés Palanca, Coronel, hoy General, Ca~

milo Barberena Anzoátegui, Coronel Barfolomé Víquez, Salón Lacayo, Coronel J. Gregorio Ve~

ga, Coronel Macario Alcarez Lejarza, General Bruno R. Blandón, Carlos Fonseca Romero, General José Manuel Durón (hondureño), Ge– neral José Antonio Monterrosa (guatemalteco, enviado especial de Estrada Cabrera), Juan Francisco Fonseca, Abraham y Emilio Williáms

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