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GENIOS Y HOMBRES
DORACIO ARGUElL..O BOLA80S
" ... ningún hombre que no esté enteramente destituido de juicio y buena fe, podrá negar que hay indelebles manchas en la fama del partido a qlle pertenece, ni que el partido a que es contrario puede gloriarse con justicia de muchos hombres ilustres, de muchas acciones heroicas y de muchos importantes servicios hechos al Estado".
MACAULAY
Ahl esos "vende patria conservadores" \
Un znoznento, por favor.
Recordemos aquella célebre anécdota. de la an– figÜedad en que, espartano y ateniense, disputaban intereses fundamentales sobre una batalla, qüe deci– diría el destino de sus luchas con los persas. Volva– mos nuestra mirada a Corinto y Salaminá y perca– témonos que la suerie de las desavenencias en pug– na encuentran razonable justificación, no por la fal– sa solucíón del estigma que fácilmente golpea, cual lo hubiese hecho el leño de Euribíades sobré' Temís– tocles, sino por la raz6n que luce la verdad, incon– fundible e inseparable elemento de la historia.
Liberalismo nicaragüense!, igual que en Salami– na, PEGA, PERO ESCUCHA I
Con apa1:"ente indiferencia y calculada ignoran– cia, pareciera que la admonición que desde los ini– cios de la cristiandad ha repercutido con la autori– dad de veinte siglos, en frecuentes sucesos de la hu– manidad, se ha echado en saco roto por los más acti– vos propagandistas del partido liberal nicaragüense. No nacen memoria de la parábola del Divino Maes– tro sobre la pecadora, que, airadamente, escribas y fariseos pretendían someter a la ley de Moisés¡ a la aparente distracción que demoró la respuesta, mien– tras el ±raza de caracteres sobre la tierra exhibía a
los impoStores, alumbrando de sol las culpas ignora– das de esos mismos acusadores: resalló el expoliador, fue el asesino descubierto, el perjuro se doblegó an–
te el peso del falso íes:timonio contra el inocente, y el lujurioso se asombró ante las sandias prácticas de su vida clandestina corno ante un espectro. Dice Pli– nio Salgado que el Sublime Redentor "irguióse y mi– ró a los acusadores. Y extendió el brazo con autori– dad y exclamó, -Aquél, de entre vosotros, que es– tuviere sin pecado, arroje confra esfa mujer la pri. mera piedral Así, con el índice censurador, ha mar– chado la humanidad bajo la filosofía de una senten– cia que está supuesta a conmover el espíritu y a ablandar el corazón.
La necesidad de fundar nuestras investigaciones en concurso de actuaciones y hechos concrefos que contribuyan no sólo a rasgar las somJ;>rías aprecia– ciones lanzadas con±ra respetable y vahosa cuota de opinión pública, hace que nos propongamos puntua– lizar los eficaces elementos de prueba que no van, precisamente, enderezados a vindicar, ni a acusar, pero sí a "acopiar las distintas manifestaciones que descubren en la gestión pública de Nicaragua, en buena parie digamos, la solicitada o tolerada inter– vención de otros Gobiernos, principalmente del de Es– tados "Unidos de Norie-América, con la gestión o apro– baCión de personajes liberales que han figurado en el desarrollo de los aconiecimientos.
Para una mayor sinceridad, juzgamos de impor-
tancia recalcar que actores y autores, salvo alguno de éstos, han sido escogidos denfro de innegables va· lores liberales, elevados en el sentimiento de sus Se– cuaces, en un delirio natural y comprensible, hasta la apoteosis de ,una sobresaliente y perenne venera–
ción.
Si como dijo el incrédulo colombiano Uribe "el Partido Liberal no espera en la resurrección de los muertos, sino que los resucita él mismo en la con– ciencia de los pueblos", resulla también oportuno que esa pagana resurrección sea completa, abarcan– do los dlstintos aspectos que la conciencia nacional exige para actualizar el pasado y, evitar en lo posi– ble, que continúen persistiendo desviaciones encami_ nadas a adulterar la historia en el presente, desorde– nándola para el porvenir. Hay que clarificar la posi–
ción del liberalismo de Nicaragua ante los nicara– güenses, pues ya es hora que la mendacidad de una insidiosa propaganda ceda en sus prácticas de mal intencionado antagonismo, matizado con incorreccio– nes abultadas y henchidas de inexactitud.
La voracidad de Inglaterra y de su piráfería fue quizás la causa principal del quebranto moral de al_ gunos gobernantes de Nicaragua que, en Inedia de sus inquietudes, vivieron con espanto las horas de la tremenda rapacidad de un poderío que puso en función la argucia y la indiscutible fuerza de su po– der. Fallos de medios propios para responder con una vigorosa y efectiva oposición, no encontraban mas recurso que la asistencia de los Estados Unidos para ejercitar su defensa, pasando, de esa tnanera, de la perspectiva de una dominación en marcha, a la seduccion de una cooperación que Se creía pres– taba relafiva garanfía a la nacionalidad.
No por observar conducta tan singular puede de– cirse que los hombres cambiaron solo de nombres, sino que se mostraron plenamente convencidos de las reales situaciones que en diferentes épocas de nuestra historia han salpicado sus actuaciones con los pringues del intervencionismo, dando la impresión de ser congénita la disposición de mantener al país, en sus diversos aspectos, con una soberanía bastan– te inestable.
Los máximos y contrapuestos intereses de los an– glo-sajones, en sus afanes expansionistas, les hicieron decretar de hecho o de derecho -éste sin racional y
humano fundamento-, zonas de influencia polliica y militar, igual que llegaron, en lo comercial, a esta– blecerlas con sus signos monetarios, bajo los regíme– nes del dólar y de la libra esterlina.
Pasemos ahora al examen que nos hemos pro– puesto, en el que principiaremos por el genío de Si– món Bolívar y por Domingo Goicuría, que aunque no son nicaragüenses, tuvieron conexiones con la po– sición geográfica y situación polífica del país en el siglo pasado.
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