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EL (ONSERVATISMO

es tan antiguo como el hombre y, a la vez, tan moderno, puesto que no es sino un continuo proceso de conservación y acumulación de la experien– cia y sabiduría humanas. Aunque el moderno Conservatismo, como actitud política delibe– rada, se considere derivado de Edmund Burke en el mundo ~nglosaión y de José de Maistre

y Donoso Cortés en el latino, los eternos principios y fundamentos de la mentalidad con– servadora fueron sentados y definidos por los Maestros y pensadores más influyentes de la antigüedad. Si Platón fue comunista y partidario de la tiranía, los otros dos sistematizado– res principales del pensamiento universal, Confucio para el Extremo-Oriente, y Aristóteles para Occidente, son asimismo los venerables formuladores del conservatismo humano.

Confucio (Kung-Fu-Tze) vivió, como es sabido, en el Siglo VI antes de la Ero Cristia– na.· Lo que no pudo realizar el Positivismo -que hasta hace poco fue la filosofía de los liberales en la América latina-. un orden terrestre basado en un sistema de pensamiento, fue lo que realizaron las enseñanzas de Confucio en China, constituyendo sobre la idea de un orden cósmico elaborada por la cultura tradicional del milenario mundo chino, todo un sistema filosófico de la vida política, prácticamente orientada hacia el perfeccionamiento del hombre como persona humana dentro de una comunidad. Según los entendidos, China era bien gobernada siempre que las enseñanzas de Confucio eran puestas en práctica. Aparte de esa eficacia histórica, y gracias a su valor universal, las enseñanzas de Confu– cio y Mencio, pueden formar en cualquier parte yen todo tiempo "un criterio preciso" para determinar'cuándo un gobierno es bueno o malo.

Confucio, dice Alfred Doeblin, "es un conservador enteramente decidido. No se jac– taba de enseñar nada nuevo, sino que él mismo se presentaba como un representante de Id tradición". De los libros que encierran sus enseñanzas no hay traducciones directas al

cast~llano y las hechas sobre versiones académicas del inglés o francés se resienten de opa– cidad y falta de viveza. Afortunadamente las magistrales traducciones del gran poeta norteamericano Ezra Pound han hecho del lenguaje ·de Kung-Tze una cosa viva, actual y pr6xima a nosotros. REVISTA CONSERVADORA se ha valido de ellas para ofrecer a sus lec– tores una breve selección del "Libro de los Anales o Analecta", lacónicas conversaciones de sus discípulos con el Maestro. Generalmente se trata en ellas de definir con precisión pala– bras que se refieren a percepciones y juicios pertinentes a la política. El acento va, desde luego, puesto en el hombre, como en todo conservatismo. Es sorprendente la actualidad casi increíble, la aclaradora aplicabilidad de sus cuestiones y situaciones. La mayoría pue– den mirarse como pequeñas obras maestras de crítica política. Pero requieren un oio pene– trante, atento. Enseñan sobre todo el gran principio conservador de que la naturaleza hu–

~ana es siempre idéntica a sí misma, aunque marxistas y liberales sigan soñando en cam– biarla. En qué sentido pueden hacerlo, no es ya una novedad!

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